Los Trucos mentales del terror
No sé si como yo, alguna vez habéis llegado a gritar de miedo en una sala de cine, menuda
vergüenza, recuerdo también haber leído con los pelos de punta “Otra vuelta de tuerca” o los
algunos relatos de Poe ¿Cómo puede ser que sabiendo que lo que vemos o leemos no es real,
nos llegue a afectar tanto?
Cuando lo analizo como psicóloga, los buenos escritores y guionistas de terror son unos
maestros a la hora de jugar con nuestro nivel de alerta, es normal que los creadores del
género hayan tenido un ojo puesto en la psicología, tanto para conocer nuestros miedos más
profundos, como para saber cómo mantenernos en tensión. Ya en la época del Hollywood
clásico era frecuente contar con asesores expertos en psicoanálisis para ayudar a los
guionistas, y hoy en día incluso ha nacido un nueva disciplina llamada neurocine, hay hasta
empresas que se ofrecen a las productoras para hacer pases de sus próximos estrenos
mientras analizan el impacto que tiene la peli en el cerebro del espectador, así pueden hacerse
una idea del efecto que produce en el público, y si quieren cambiar elementos del guion.
¿Pero qué debe tener una creación de terror para engancharnos? El psicólogo Glenn D.
Walters habla de tres características que explican la atracción que genera el cine de terror y
que son claves para que una película consiga su objetivo.
Una es la tensión, es fundamental crear un clima de suspense y sensación continua de que algo
va a suceder, luego veremos cómo conseguir ese efecto. La segunda sería la relevancia,
porque si la historia no es importante para nosotros, no va a captar nuestro interés y ni nos
plantearemos acercarnos a ella. Aquí se puede jugar con muchos factores, desde que podamos
identificarnos con la situación o los personajes, o que trate temáticas que atraigan a un público
más mayoritario. Por supuesto el tercer componente es que sea irreal, ya os comenté que nos
permite disfrutar de esa historia de miedo, sin provocarnos un malestar.
Aunque la relevancia tampoco sea sencilla de conseguir en lo que la psicología cuenta más es
en mantener el nivel de tensión y poder llegar a provocar miedo. Por una parte en casi todas
las obras de terror se recurre a alguno de nuestros miedos comunes, los que llamamos
estímulos incondicionados, porque son los que de forma innata provocan en todos nosotros un
estado de alerta. Pueden ser estímulos intensos (ruidos, dolor, movimientos bruscos o
inesperados), estímulos novedosos (pérdida de apoyo, lo extraño, lo desconocido), también la
ausencia de estímulo (la oscuridad, o el aislamiento) y aquellos que tienen que ver con la
supervivencia.
Pero cada uno de nosotros le tiene miedo a otras cosas, ahí entra nuestra experiencia, y una
de las maneras que tenemos de aprender es por asociación, si por ejemplo en una película un
sonido concreto aparece antes que el asesino, llegado un momento sólo el sonido nos pondrá
en tensión. Esta forma de aprendizaje es un recurso muy utilizado en el género de terror, es
más, también tienen en cuenta lo que tenemos asociado por nuestra experiencia como público
del género.
Para empezar si queremos asustar bien a nuestras víctimas, nos interesa que se identifiquen
con la historia, con los personajes, buscar elementos cotidianos, también utilizar historias
conocidas o que tengan una cierta conexión con la realidad. Hay muchos ejemplos en que el
teléfono, o los televisores son el medio por el que llega el peligro, de algún modo se trata de
conectar al espectador o el lector directamente con lo le estamos contando. También
podemos utilizar referencias clásicas del género que nos resultan muy familiares.
A partir de ahí es cierto que podemos construir un ambiente en el que se mezclen esos miedos
comunes, como la muerte, la oscuridad, sucesos paranormales, sonidos intensos,
MXLLSmovimientos bruscos, o imágenes impactantes para empezar a ponernos en estado de
alerta con otros elementos. Ahí la fotografía, el uso de planos cerrados o subjetivos, o las
descripciones en las que adoptamos el punto de vista de un personaje, contribuyen a crear
suspense y también esa identificación.
Especialmente eficaz es el uso de las bandas sonoras, o de determinados sonidos, a quién no
se le ponen los pelos como escarpias al escuchar muchas de ellas. Otro recurso muy útil es el
de sacar las cosas de contexto o presentar algo inesperado, nada más inquietante que muchos
personajes de niños en el género de terror, lo mismo pasa cuando se usan canciones infantiles
en los momentos más sangrientos, o elementos inofensivos que se convierten en letales.
Para mantener la tensión sin embargo es importante tener en cuenta que si todo resulta
demasiado previsible, va a perder su efecto, si por ejemplo siempre sucede algo con
un sonido
concreto, el asesino siempre acecha en la oscuridad, o sólo buscamos el sobresalto con ruidos
fuertes, va a llegar un momento en que nos vamos a habituar y nuestro estado de alerta va a
bajar.
Y es que aunque una pizca de psicología ayuda mucho, no perdáis de vista que lo más
importante es siempre contar una buena historia, en la que estos elementos sean un recurso
que se usa con creatividad, para no perder la capacidad de intrigar, sorprender y dejar que la
imaginación del espectador o el lector también juegue su papel.