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¿Por qué nos gusta sentir miedo?

  • Stella
  • 20 ene 2016
  • 4 Min. de lectura

Todos lo hemos sentido miedo alguna vez, un nudo en el estómago, el corazón en la garganta y

esa tensión que nos hace saltar a la mínima, la verdad es que no son sensaciones agradables,

de hecho es la emoción que nos prepara para sobrevivir al peligro, ya sea luchando o huyendo.

Por eso lo más habitual es que intentemos librarnos de él, evitando lo que nos asusta o incluso

haciendo terapia para superar las fobias.

Y si el miedo nos programa para escapar o luchar ¿Por qué hay quien busca esa sensación

yendo a una sala de cine? Desde luego no son pocas personas, y el género de terror es todo en

un negocio, así que como una de las bases que rige el comportamiento humano es que

tendemos a repetir las experiencias agradables y a huir de las desagradables, los psicólogos

llevan mucho tiempo preguntándose qué sucede para que algunas personas disfruten pasando

miedo.

A lo largo de los años se ha intentado explicar esta paradoja desde diferentes teorías, las más

clásicas venían de la filosofía y se centraban en la catarsis que podría suponer enfrentarnos a

nuestros miedos a través de la ficción, en esta línea el psicoanálisis explica que el género de

terror sería la manifestación de temores primarios almacenados en el inconsciente y

reprimidos por el ego.

Otras corrientes psicológicas plantean que puede que nos gusten las películas de miedo

porque hay una satisfacción al ver cómo el “malo” recibe su castigo. Esto puede que sea así,

pero deja fuera muchísimos ejemplos de cine de auténtico culto, en que ese castigo no llega

nunca, que se lo digan a Norman Bates o Freddy Krueger. El componente social que tienen las pelis de terror también podría influir, es cierto que la

mayoría de las veces es un placer que compartimos, y solemos verlas en compañía de otras

personas que también nos contagian su entusiasmo. Hasta hay estudios sobre con quién nos lo

pasamos mejor viendo terror, parece ser que los chicos se divierten más si les acompaña una

chica que pasa mucho miedo, mientras que las chicas prefieren compañeros menos

asustadizos. Pero por mucho que pese el componente social, si de verdad pasas un mal rato

con la película, por muy bien que te caigan tus amigos amantes del terror, seguramente vas a

preferir quedar con ellos para hacer otras cosas.

Como veis hay muchas teorías, pero pocas conclusiones claras, así que tampoco quiero

aburriros con todas ellas, por suerte en los últimos años ha habido estudios que se centran en

aspectos más concretos, como que expresemos qué sentimos y también cómo se comporta el

cerebro cuando vemos películas de miedo.

Un punto fundamental, que creo que explica que podamos disfrutar, es que sepamos que es

ficción, que nos sintamos bien seguros en la butaca o el sillón de casa, pues aunque parece

obvio, no se subraya lo suficiente. Esto nos permite disfrutar de la descarga de adrenalina pero

en un entorno seguro.

El hecho de sentirnos a salvo además, hace que podamos experimentar con más facilidad

emociones dispares a la vez: en otro estudio (Andrade y Cohen 2007) los participantes

aseguraban que habían sentido miedo, pero también que habían disfrutado al ver la peli de

terror, en cambio cuando nuestra sensación de terror se produce ante un peligro real

probablemente va a ser tan intensa que nos impida sentir nada más.

Los estudios más interesantes son los con los que han analizado la respuesta cerebral ante

estas películas, por ejemplo el de Straube y Schiller de la universidad de Jena, pone de

manifiesto que el cerebro no reacciona igual mientras vemos cine que ante una situación que

nos provoca miedo. Mediante resonancias magnéticas han observado que las zonas que se

activan son las del procesamiento visual, la autoconciencia y solución de problemas entre

otras, pero no la amígdala, que siempre se activa ante un peligro real. Otros estudios similares

parecen confirmar que lo que hacemos es procesar la película, pero también recordarnos una

y otra vez que estamos a salvo.

Así que parece que aunque nuestro cuerpo responde con miedo, nuestro cerebro no lo hace,

es decir, no estaríamos sintiendo miedo de verdad, por eso podemos disfrutar de esa

sensación intensa sin llegar a pasarlo mal. Esto también explicaría por qué el género de terror

no le gusta a todo el mundo, hay personas a las que les cuesta más hacer esta reevaluación y

sentirse verdaderamente a salvo, así que para ellas no hay nada placentero en que las asusten,

aunque sea en una sala de cine.

Como veis queda mucho por comprender sobre nuestro cerebro y nuestras emociones, pero

más allá de teorías y estudios, lo estupendo que tenemos las personas es que no hay dos

iguales, así que seguramente cada amante del terror puede darnos un motivo diferente para

seguir yendo al cine, al fin y al cabo lo que nos gusta a casi todos cuando estamos ante una

obra artística es que nos llegue, nos impacte y nos haga sentir, si lo vemos así, ya no parece tan

paradójico que a algunos les encante sentirse aterrorizados por un rato.

 
 
 

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